La Importancia de la Pausa Café

La Importancia de la Pausa Café

“Una Historia de Conexión y Oportunidades Inesperadas»

 

By Carlos Cabrera (@CharlesCaper)

9 minutos de lectura

Hace apenas un mes, me encontraba realizando gestiones de empresa en el corazón de Sevilla. Habían retrasado mi segunda cita, así que decidí tomarme un respiro y un café cerca de la empresa en cuestión. Aunque el calor aún no abrazaba la ciudad con su típica intensidad, el café era una excusa perfecta para repasar mentalmente la entrevista y los posibles argumentos que debía plantear.

 

La cafetería en la que me encontraba no poseía un encanto especial, pero desde mi asiento podía observar la animada actividad en la barra. Pronto noté que, para solicitar cualquier cosa, incluso un simple vaso de agua, había que armarse de paciencia y dirigirse al mostrador.

 

Mientras aguardaba, una chica joven aparentemente apurada reclamaba su café y tostada al camarero. Era evidente que era la segunda vez que lo pedía. El camarero, ocupado sacando vasos del lavavajillas, se giró hacia ella con una sonrisa y le respondió sin inmutarse: «¿Ha leído lo que dice el cartel señorita?» Al mismo tiempo, señaló una lámina enmarcada que colgaba de una columna.

La chica, y demás clientes, dirigimos nuestra atención al cartel que rezaba así:

Con una sonrisa, el camarero cerró el lavavajillas, atendió a la chica, y posteriormente se dirigió a las mesas para tomar nota. Todos los presentes, incluida la impaciente joven, sonreímos instintivamente. La mera presencia de un aviso de ese tipo en una zona rodeada de hospitales tenía su impacto.

 

Una vez superado el ritual del pedido, me disponía a regresar a mi mesa cuando observé que alguien la había ocupado. Era un señor mayor de unos 70 años, absorto en la lectura de la prensa local. Al acercarme, debió notar mi sorpresa, pero con absoluta calma y cortesía, me dijo: «Como tardaba, me he sentado aquí”. Espero que no le importe mi compañía». Sonrió y retiró una bolsa que reposaba en mi asiento.

 

Dado que todas las demás mesas estaban ocupadas, asentí y me senté junto a él. No dejaba de mirarme con una sonrisa socarrona mientras decía en voz alta: «Manolo, cuando puedas, ponme lo mío». Estaba a punto de sacar mi libreta de notas cuando el señor exclamó: «¿De visita por Sevilla?». Respondí con una sonrisa, preguntándome si mi origen no era tan evidente. El hombre se presentó como Antonio, y en ese instante, guardé mi libreta, sabiendo que no iba a poder concentrarme en mis notas.

Mientras saboreaba mi café, supe que Antonio estaba jubilado, había sido empresario y se notaba que el espíritu emprendedor seguía latente en él. Hoy esperaba a su esposa, quien estaba siendo sometida a pruebas en el hospital. Antonio aprovechaba ese momento para desconectar después de pasar toda la noche en los pasillos, lo cual era agotador y se hacía eterno. Escuchándolo, reflexioné sobre lo inmensamente largos que pueden llegar a ser esos momentos de espera en los hospitales.

Después de unos quince minutos, el cansancio del viaje, la entrevista y las prisas se habían disipado por completo. Había entablado una buena conversación con Antonio y aprendido, en esa pausa de café, que la vida a veces nos ofrece oportunidades disfrazadas de imprevistos que pasamos por alto cuando estamos absortos en nuestras propias circunstancias.

Cuando creía que la conversación había terminado, sonó el móvil de Antonio, y mientras atendía la llamada pensé que era hora de marcharme y me levanté para pagar en la barra, entonces Antonio me cogió del brazo y me indicó con señas que me sentara.

Finalizó la llamada y Antonio me dijo que estaba llegando un amigo de la familia para ver como estaban él y su mujer, sin dejarme reaccionar me explicó que quería presentármelo. Ante la insistencia le dije que esperaba cinco minutos y después tenía que marcharme. Al minuto apareció su amigo y hechas las presentaciones, supe al instante que el amigo de Antonio era empresario y padre de una atleta olímpica.

Mi sorpresa fue cuando me dijo su nombre, ya que hacía unos años, en una comida de trabajo y relacionada con el deporte, su hija estaba en la misma mesa, sentada junto a mí.

Al ver que faltaban 10 minutos para mi reunión de trabajo, ya no tuve más remedio que marcharme, Antonio se levantó para darme su tarjeta al igual que la de su amigo y a continuación me dio un abrazo, que me dejó sorprendido, al igual que la invitación a almorzar la próxima vez que fuese por Sevilla.

De vuelta a mi actividad empresarial y mientras esperaba en la pequeña recepción de la segunda empresa objeto de mi visita a Sevilla, di un breve repaso mental a mi exposición y a continuación, la secretaria me invitó a pasar al despacho del director.

La reunión fue mejor de lo esperado, ya que, en principio, se suponía que solo disponía de 15 minutos para atenderme, y al final estuve una hora.

“Para ser interesante, hay que interesarse”.

Dale Carnegie

 La verdad es que me sentí muy relajado durante la entrevista y en parte porque el encuentro imprevisto con Antonio me hizo sentir bien.

Una vez instalado en el AVE, de regreso a Madrid, saqué mi libreta de notas y mientras describía los resultados e impresiones de mis visitas de trabajo, resumí en unos Tips las pautas sobre “las oportunidades y ventajas de las pausas café”.

Algunas lecciones que he extraído de esta experiencia:

Las pausas cafés desempeñan un papel fundamental en la vida diaria de muchas personas, ya que ofrecen una serie de oportunidades y ventajas que pueden mejorar la productividad, la salud mental y las relaciones interpersonales.

 

  1. La importancia de la calma y la paciencia: El encuentro en la cafetería me recordó la necesidad de mantener la calma y la paciencia, incluso en situaciones de prisa, imprevistos y estrés (no siempre justificadas). La respuesta del camarero ante la impaciencia de la chica y la actitud tranquila del señor mayor que ocupaba mi mesa resaltan la importancia de mantener la calma en momentos difíciles, dicho de otro modo, la clave está en la actitud.

 

  1. La oportunidad de conectar con los demás: A través de la conversación con Antonio, aprendí que detenerte un momento y compartir experiencias con extraños puede ser enriquecedor. La conexión humana y la empatía que surge de estas interacciones pueden proporcionar un respiro y una nueva perspectiva sobre la vida.

 

  1. Valorar los momentos de pausa café y desconectar: Observando al hombre mayor esperando a su esposa en el hospital, reflexioné sobre la importancia de tomarse un momento para desconectar y descansar, especialmente en momentos de espera prolongada y agotadora. A veces, es en esas pequeñas desconexiones donde encontramos la claridad mental y la serenidad necesarias para afrontar las dificultades.

 

  1. Estar abierto a las oportunidades inesperadas: Aunque inicialmente mi plan era simplemente tomar un café antes de la entrevista, la experiencia en la cafetería me recordó lo significativo de estar abierto a las oportunidades inesperadas que la vida ofrece. Algunas oportunidades pueden venir disfrazadas de contratiempos o encuentros imprevistos, pero pueden llevarnos a experiencias significativas y conexiones profundas.

 

  1. Descansar y recargar nuestra energía: Las pausas para el café brindan un valioso tiempo de descanso durante la jornada laboral. Nos permiten desconectar de las tareas, relajarnos y recargar las pilas (energía), lo que a menudo conduce a una mayor concentración y productividad cuando regresamos a nuestras responsabilidades.
  1. Socializar: El café es una bebida social por excelencia. Tomar un café con compañeros o amigos puede fomentar la interacción y el fortalecimiento de las relaciones. Esto es especialmente importante en entornos laborales, donde la colaboración y el trabajo en equipo son fundamentales.
  2. Creatividad: Las pausas cafés también pueden servir como momentos clave para la reflexión y la inspiración. Al alejarnos de la rutina, a menudo encontramos soluciones a problemas, o generamos nuevas ideas mientras disfrutamos de una taza de café.
  1. Beneficia nuestra salud mental: Reduce el estrés y aumenta la satisfacción en el lugar de trabajo, en modo teletrabajo o en un evento.

Nota: Muchas formas de solucionar un problema o un bloqueo mental a la hora de tomar una decisión han tenido lugar en las pausas café.

 

Mientras terminaba de redactar el borrador de este post, recordé que hace años unos empresarios suecos instalados en la Costa del Sol (Málaga) me hablaron de la pausa café o “Fika”. Aunque tiene muchos significados, me comentaron que la idea venía de la importancia de tener “ese momento para ti”.

En resumen, esta experiencia me enseñó la importancia de la calma, la conexión humana, el valor de los momentos de pausa y la apertura a las oportunidades inesperadas. Son lecciones que pueden aplicarse en diversos aspectos de la vida, ayudándonos a cultivar una actitud más equilibrada, compasiva y receptiva ante las experiencias que te depara el camino, y como decía Ana María Matute (novelista)

“La vida es una sucesión de situaciones imprevistas”.

Y así, nuestras vidas continúan su curso, llenándose de encuentros, reencuentros, lecciones y pequeños instantes de conexión que nos recuerdan la importancia de la calma y la humanidad en medio de las prisas de una sociedad acelerada a la que parece faltarle tiempo para todo.

Dado lo que se menciona en este post, ¿alguna vez te ha ocurrido algo parecido?

 

Gracias por leerme.

Carlos Cabrera

Director Ejecutivo de CharlesCaper Management

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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