Un directivo líder en el mundo de la empresa

“No basta saber, se debe también aplicar.

No es suficiente querer, se debe también hacer”
Goethe

En la empresa al igual que en el deporte, siempre hay que saltar y entendemos por saltar hacer un esfuerzo para superar obstáculos. A veces debemos subir escalones, otras debemos dar pequeños saltos y en ocasiones saltos más largos, más arriesgados. Los deportistas tienen largos períodos de preparación, de pruebas, y por supuesto contratiempos como lesiones, bajas físicas y psíquicas, lucha por renovar becas o patrocinios. Todo lo anterior queda atrás cuando tienes que concentrar todo ese esfuerzo todo ese  aliento, en un partido, en un golpe, en un salto.

Cuando me sentía agotado después de las innumerables repeticiones y creía que ya no podría seguir, uno de mis entrenadores me preguntaba, ¿Es esto un obstáculo para ti? Mi amor propio le contestaba que no y entonces llegaba la segunda pregunta que coincidía con los temblores, esos que aparecen en los momentos menos oportunos. ¿Qué te cuesta más soportar el dolor o el esfuerzo que supone terminar? Los temblores aumentaban y me costaba pensar. Supongo que en estos momentos dudo si podré mantener el esfuerzo. ¿Estas pensando en terminar o en conseguirlo? En terminar supongo, bien entonces hace tiempo que terminaste, ¡quizás habías terminado antes de empezar!

La pregunta a la que solo tú podrás responder  es: ¿Quieres conseguirlo? No importa tanto la meta sino lo bien que lo hagas. Solo tienes que concentrarte en el momento, no en la meta.

El mundo del deporte le lleva hoy por hoy, una ventaja al mundo de la empresa, esa ventaja se llama entrenador, un líder que sirva de modelo, una persona que sepa infundir aliento, que lance retos, desafíos. La sociedad ha querido disfrazar a directivos y gerentes de éxito como “líderes”, pero la realidad es otra. Hay muy pocos directivos y/o gerentes que sean líderes. Por cierto, tener cierta responsabilidad y personas bajo tu paraguas, no significa que seas esa persona que motiva, anima, y provoca pero sin amenazar.

La verdad es que el mundo de la empresa está muy escaso de entrenadores.

Los buenos entrenadores son capaces de despertar el potencial que la naturaleza nos ha regalado a cada uno de nosotros. Después hay que pulir y pulir hasta que ese potencial se adapta a nuestro sueño.

Para los Directivos Líderes no hay obstáculos, cosas imposibles o insuperables. Reparten su fe, persuaden y nos preparan para afrontar las adversidades, y transformarlas en aliadas.

Una vez creada la obra, delegan para que los demás se ocupen de su gestión habitual.

Es entonces cuando entran en una nueva fase de hibernación. Parecen apartados del mundo. Nada más lejos de la realidad, en verdad, se están preparando para otro episodio creativo, para otro empuje.

Ahora bien, para ser un buen entrenador de personas debes conocer los puntos de mejora.

Si quieres convertirte en un directivo líder debes cultivar multitud de facetas que te permitan desempeñar correctamente las funciones como líder. Cuestionarte a ti mismo, ayuda a detectar las debilidades propias y así buscar la fórmula para corregirse.

Un directivo líder debe tomar consciencia de las habilidades que mejor lo capacitarán para obtener un resultado provechoso en su forma de liderar al grupo. Si deseas comprobar si tienes madera de líder, puedes empezar formulándote preguntas. El modelo que relaciono más abajo es básico pero puede orientarte. A mayor número de respuestas positivas o de veces que has elegido la primera alternativa en las disyuntivas indica una mejor capacitación para tu papel como líder del equipo. A partir de estas preguntas, podrás determinar qué aspectos de tu perfil como líder debes revisar y por tanto mejorar.

  • ¿Instauras unos objetivos tan elevados que pocas veces se cumplen?
  • ¿Diseñas con tu equipo una estrategia que permita alcanzar los objetivos establecidos o dejas que cada uno de ellos diseñe la suya propia?
  • Previamente a ofrecer feedback a tus colaboradores, ¿te cuestionas las características de la persona con la que debes comunicarte y cuál es la mejor forma de aproximación hacia ella?
  • ¿Opinas  que tu equipo considera ejemplares su propio rendimiento y actitud?
  • ¿Brindas apoyo y autonomía a los miembros de tu equipo?
  • ¿Concentras tu atención y escuchas activamente cuando el personal y/o colaboradores se dirigen a ti?
  • ¿Te sientes capacitado para separar las consideraciones de los juicios o suposiciones?
  • ¿Has mostrado interés por el progreso profesional de tus colaboradores o estás encauzado solamente hacia la obtención de resultados a corto plazo?
  • ¿Aportas tanto feedback positivo como negativo?
  • ¿Recurres a preguntas abiertas para activar el surgimiento de ideas compartidas?
  • ¿Compruebas tus conclusiones previas sobre la conducta de una persona que no te cae en gracia, antes de adoptar medidas para corregirlo?
  • ¿Cuándo comunicas empleas un modelo de comunicación no verbal relajado y que ayuda al receptor a comprender su intención comunicativa?
  • ¿Haces un seguimiento del progreso de los asuntos que han generado nerviosismo en los profesionales involucrados?
  • ¿Das tu opinión en el instante que te parece más oportuno o, simplemente, reflexionas, te formas una idea y la comunicas?
  • ¿Preparas con anterioridad tus conversaciones con el personal y/o  colaboradores?
  • ¿Intentas lograr un acuerdo referente a los objetivos y los resultados esperados en lugar de implantarlos unilateralmente?
  • ¿Has buscado fórmulas que permitan liberar la energía y el talento de los miembros de tu equipo?

“Cuanto mas deseo hacer algo, menos lo considero trabajo”
Richard Bach

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